Mali
El contexto
Malí es un país sin litoral ubicado en el Sahel (África Occidental). Casi la mitad de la población tiene menos de 15 años y 4 de cada 10 personas viven por debajo del umbral de pobreza monetaria, de las cuales una gran mayoría se concentra en las zonas rurales.
Los motores de la economía son la producción de cereales y algodón y las actividades de extracción de metales como el oro y el litio. Pese a una tendencia de modesto crecimiento económico, diversas crisis, como la pandemia de COVID-19, la inflación y la inestabilidad, han deteriorado la situación financiera del país y han provocado un aumento de la pobreza en los últimos 10 años.
Malí es uno de los Estados más frágiles del mundo en el que existe una situación de seguridad imprevisible en las regiones del norte y el centro del país. En 2018, casi un tercio de la población residía en zonas afectadas por conflictos en las que no había servicios esenciales.
Todos los años acceden unos 300 000 jóvenes a un mercado laboral que no ofrece expectativas de empleo. La población joven del medio rural, que en su mayoría tiene escasa formación, se enfrenta al desempleo y se ve en la necesidad de emigrar o unirse a grupos criminales o terroristas.
Las remesas contribuyen de manera significativa a la resiliencia de los hogares y representan el 6 % del producto interno bruto (PIB) de Malí. Solo en 2021 el volumen de remesas que recibió el país ascendió a 1 000 millones de dólares de los Estados Unidos.
La estrategia
Con sus actividades en Malí, el FIDA busca aumentar la seguridad alimentaria, el empleo y los ingresos a través de distintos medios:
- sistemas agrícolas resilientes al clima y de alto rendimiento y cadenas de valor que tengan en cuenta la nutrición, y
- el acceso de los pequeños productores al mercado, prestando especial atención a la gente joven y a las mujeres.
Datos sobre el país
Malí presenta un riesgo moderado de sobreendeudamiento.
Es uno de los países más vulnerables al cambio climático en África Subsahariana.
Dispone de importantes recursos hídricos superficiales y subterráneos, y actualmente, de esa enorme capacidad de riego, solo se utiliza el 12 %.