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Venezuela: Programa Regional y Nacional de Capacitación en Desarrollo Rural

16 दिसंबर 1998

Fundación para la Capacitación e Investigación Aplicada a la ReformaAgraria (CIARA): (TAG231)

El Programa, aprobado a fines de 1991 por la Junta Ejecutiva del FIDA, se ha estado implementando a partir de 1994 en seis países: Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, República Dominicana y Venezuela. La sede regional se estableció en Venezuela, siendo contraparte del FIDA el Gobierno de Venezuela (GOV) a través de la Fundación CIARA.

 

El Programa se desarrolló a nivel regional bajo el marco institucional del CIARA donde se encuentra la Oficina de la Coordinación Regional y de la Coordinación Nacional de la Red Nacional de Capacitación en Desarrollo Rural de Venezuela. En los demás países de la región el marco institucional es el de las instituciones integrantes de las redes nacionales las cuales eligieron entre ellas a una institución coordinadora nacional.

A nivel de cada país miembro del Programa, los arreglos institucionales han sido diferentes. En Colombia, Cuba y Venezuela, la Institución Coordinadora Nacional (INC) designada fue un organismo público o bajo la égida del sector público agropecuario. En República Dominicana se organizó alrededor de un proyecto del FIDA, en el Ecuador con una Organización No Gubernamental (ONG) y en el Brasil a través de una Universidad federal. Como se verá más adelante, en algunos países los arreglos institucionales variaron a lo largo de la implementación del programa.

El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) fue designado desde el inicio como institución de apoyo del Programa (notar que este rol no es el de Institución Cooperante del FIDA, reservado a la Corporación Andina de Fomento (CAF)). Aunque originalmente se preveía un aporte monetario significativo, el IICA ha funcionado más bien como soporte logístico y administrativo de las actividades a nivel nacional en algunos de los países miembros.

 

No puede dejar de señalarse que el contexto económico y político que caracterizó a Venezuela en los años de implementación del Programa no fue el más propicio. En efecto, el programa inició sus actividades en el marco de una crisis política importante que demoró significativamente el arranque efectivo de sus acciones. Posteriormente, con un nuevo Gobierno, el programa obtuvo una atención mayor y aceptable apoyo por parte de las autoridades.

Sin embargo, el fuerte proceso de ajuste financiero así como el proceso inflacionario galopante que afectó y aún afecta parcialmente a la economía venezolana generó fuertes distorsiones de precios, variaciones significativas en las remuneraciones reales de los funcionarios nacionales y cambios en costos locales. Este proceso afectó, indudablemente, la cuantía de los montos de contraparte comprometidos por el GOV originalmente.

 

Los supuestos del diseño eran los siguientes:

(a)  que la demanda de servicios de capacitación se originaría fundamentalmente en los proyectos financiados por el FIDA en los países miembros del Programa (ver Informe y Recomendación del Presidente (IRP): párrafos 1, 11, 16).

(b)  que la demanda de capacitación se concentraría en temáticas vinculadas a la gestión de proyectos de desarrollo rural y en los métodos de transferencia de tecnologías productivas, de gestión empresarial y de promoción para el cambio social (ver IRP: párrafos 11, 12, 13 y 17).

(c)  que existía la necesidad de una institución idónea para que se hiciera cargo de las limitaciones regionales en capacitación en las temáticas mencionadas (ver IRP: párrafo 14).

(d)  que un conjunto de instituciones nacionales jugarían el rol de líderes en el proceso de capacitación de desarrollo rural (ver IRP, Anexo II).

(e)  que el IICA proporcionaría un rol fundamental en la coordinación internacional a nivel de la región.

En consecuencia, el Programa proponía en su diseño la provisión de recursos adecuados para coordinar las demandas de capacitación de los técnicos y beneficiarios involucrados en proyectos de desarrollo rural, concentradas en una temática acotada, con roles de coordinación a nivel nacional y regional cubiertos por instituciones adecuadamente dotadas de sistemas y capacidades para tales fines.

 

El objetivo del programa era:

"Establecer un proceso para fomentar el intercambio de conocimientos técnicos y de material relevante de capacitación entre las instituciones dedicadas al desarrollo rural a fin de realizar programas de capacitación con la finalidad última de desarrollar una adecuada y equipada capacidad institucional para responder a las necesidades de los grupos-objetivo de campesinos pobres de los proyectos de desarrollo rural en la región".

El Programa tendría una duración de tres años y debería ser desarrollado por el CIARA en seis países: Brasil norte y central, Colombia, Cuba, República Dominicana, Ecuador y Venezuela. El público principal estaría constituido por los niveles gerenciales y técnicos de los proyectos apoyados por el Fondo en la región, incluyendo también actividades de capacitación para líderes y representantes campesinos. Los beneficiarios finales serían los pequeños productores y sus familias de los proyectos, y especialmente los pequeños agricultores más progresistas, incluyendo mujeres rurales para desarrollar condiciones de liderazgo entre ellos.

A partir de este objetivo y actividades el Programa en sus inicios estableció cinco objetivos específicos que mantienen lo planteado en el Acuerdo y la Propuesta presentada por el Presidente a la Junta Ejecutiva del FIDA:

Promover el análisis y conceptualización de la líneas troncales de un nuevo desarrollo rural;

Facilitar el intercambio de experiencias entre los técnicos y profesionales y entre las instituciones miembros de la red y de otras instituciones semejantes;

Contribuir al perfeccionamiento de los técnicos y profesionales en metodologías de desarrollo rural y transferencia tecnológica acordes con las necesidades de los pequeños productores agrícolas;

Fortalecer capacidades de liderazgo entre dirigentes de organizaciones campesinas, particularmente entre las mujeres, así como la focalización de actividades de capacitación en los productores más progresistas;

Generar, intercambiar y divulgar materiales de capacitación.

El Programa se organizaba mediante una Oficina regional de coordinación con sede en Caracas, la cual contaría durante tres años con el apoyo de un Consultor internacional proporcionado por el IICA, con fondos del Programa. Asimismo, el programa financiaba con fondos del FIDA los costos de la Unidad de Capacitación del CIARA.

 

Se estimaba un costo total de aproximadamente USD 2.9 millones, financiado por el FIDA con una donación por USD 1.2 millones, el GOV a través del presupuesto del Ministerio de Agricultura y Cría(MAC)/CIARA con USD 1.7 millones y un aporte de la CAF de USD 30 mil.

 

El Programa inicia sus actividades en marzo de 1994, si bien la donación se aprobó en Diciembre de 1991 y se declaró vigente el 28 de octubre de 1993. Las razones para este retraso en su ejecución fueron de carácter administrativo a nivel del Gobierno venezolano; principalmente el retraso en definir si el órgano ejecutor sería el MAC o CIARA, el proceso para la contratación del coordinador regional y el atraso en la provisión de fondos de contraparte nacional.

Se puede dividir el Programa en cuatro fases de ejecución. La primera entre marzo y junio de 1994- se inicia con la contratación de un consultor técnico por parte del IICA para asesorar el Programa. En esta fase sólo se llevaron a cabo actividades para la operatividad mínima del Programa: concursos para nombrar al coordinador regional y la secretaria, así como organizar un programa operativo inicial. Estos trámites fueron aprobados por una misión FIDA-CAF de marzo de 1994, designándose como coordinador regional del Programa a la Ing. Carlina Pacheco, responsable de la Unidad de Capacitación del CIARA. Se tramitó el primer desembolso y se realizaron actividades de difusión del Programa en los distintos países.

El limitado número de acciones en esta fase se debió a las dificultades para encontrar un coordinador regional, sobretodo debido a la baja remuneración que se ofrecía en el marco de la estructura salarial del Gobierno venezolano.

La segunda fase se inicia con la Primera Reunión del Comité Coordinador Ejecutivo (CCE), en agosto de 1994 y culmina en febrero de 1995, con la Segunda Reunión del CCE. En dicho período se llevaron a cabo actividades de capacitación en Venezuela, Ecuador y República Dominicana. No se realizaron en Brasil, Colombia y Cuba. En los dos primeros casos se debió a problemas internos a los países mencionados, y en el caso de Cuba, debido a que aún no se había incorporado al Programa.

La Tercera Fase -febrero a julio 1995- se inicia con la Segunda Reunión del CCE, en Caracas, Venezuela, en febrero de 1995. En dicha reunión, que contó con la participación de cinco países -todos menos Cuba, la presencia de representantes del FIDA, la CAF, y el IICA-Venezuela se aprobó la Memoria y Cuentas presentada por la Coordinación Regional así como se definieron las actividades a ser llevadas a cabo a nivel de los países y de la región hasta diciembre de 1995 (fecha fijada para la III Reunión del CCE). Las actividades programadas se cumplieron totalmente y se superaron en República Dominicana, en Ecuador y en Venezuela. En Colombia y Brasil se cumplieron parcialmente por dificultades de coordinación, en parte derivados de los cambios a nivel de políticas y de personal en los Ministerios de Agricultura respectivos.

Durante esta fase la Fundación CIARA enfrentó problemas internos, que en la práctica paralizaron al Programa entre marzo y julio de 1995, culminando con la renuncia del Coordinador y demás personal del Programa, así como con la mayor parte de la Dirección del CIARA.

En julio de 1995 con la contratación del actual coordinador regional se inicia la cuarta fase del Programa. En esta fase ya no se presentan percances administrativos y el Programa se ejecuta de acuerdo a lo planificado y se incorpora una actividad importante: la publicación de los materiales producidos por el Programa en 1994 y 1995, así como el fortalecimiento de las redes nacionales y la ejecución de los eventos programados.

 

Lo ejecutado hasta el 31.12.96 difiere significativamente de lo presupuestado en los siguientes rubros:

Se ejecutó apenas la mitad de lo presupuestado para actividades directas de capacitación como cursos, talleres y seminarios, tanto regionales como nacionales. En cambio, se excedió lo presupuestado para reuniones del Comité Coordinador.

No se ejecutó nada de lo presupuestado para administración y monitoreo

Se excedió fuertemente (más de dos veces y medio) lo presupuestado para gastos administrativos y técnicos indirectos en la relación con el IICA.

En lo que respecta al aporte del FIDA al fortalecimiento institucional del CIARA, se ejecutó menos de la mitad de lo presupuestado para actualización de biblioteca, y en cambio hubo un exceso sobre lo presupuestado en gastos operacionales y viajes del Director Ejecutivo.

Los aportes efectivamente ejecutados de la contraparte nacional (CIARA, Venezuela) fueron del orden del 10% de lo presupuestado originariamente (esto en parte se debió a la depreciación de la moneda venezolana durante el período de ejecución, pero no exclusivamente).

Los fondos FIDA y de contrapartida nacional han sido auditados anualmente para los tres años desarrollados con resultados en líneas generales satisfactorios. Está pendiente la auditoría del último año del Programa que culmina en el mes de diciembre.

El FIDA ha hecho efectiva su donación mediante cinco desembolsos según lo planificado. Los fondos de la donación se han desagregado en seis componentes: I) Sub-Programa Regional, II) Sub-Programa Nacional, III) Administración y Monitoreo, IV) Servicios de Consultoría, V) Fortalecimiento Institucional del CIARA y VI) Sin Asignación.

Los fondos de contrapartida nacional han sido desembolsados en un nivel muy reducido. Hasta agosto de 1997 solamente se ha desembolsado el 14% del monto comprometido. Se consideran cuatro rubros: honorarios del personal, gastos de infraestructura y mantenimiento, servicios por contrato y otros conceptos.

El pago de honorarios se ha venido haciendo regularmente y cubriendo las plazas comprometidas en el Acuerdo de financiamiento (Coordinador y tres especialistas en capacitación). Una de las razones del bajo monto destinado es la reducción del valor de la moneda nacional y de los salarios del sector público. Por lo tanto, si bien es cierto que se dispone de un significativo monto no utilizado, es igualmente válido que en términos de pago de personal en el marco de la escala de la administración pública, el Estado habría cumplido su compromiso. Esta explicación no se aplicaría para los demás rubros que no tienen limitaciones de topes de igual sentido para el pago de ítems propios de cada rubro.

El monto pendiente de ejecución en la contrapartida nacional es significativo y podría servir para el financiamiento del período de transición entre la primera y posible segunda fase del Programa, es decir el año 1998.

 

La implementación del Programa estableció seis redes nacionales en capacitación para el desarrollo rural así como la conformación de la red regional. Es importante señalar que la dimensión nacional no fue prevista explícitamente en el diseño del programa pero la misma cobró una importancia significativa y generó bases mucho más sólidas para el funcionamiento del programa a nivel regional.

 

La Red regional está conformada por las seis redes nacionales, siendo su instancia decisoria el CCE que se reúne anualmente con la finalidad de evaluar las acciones ejecutadas y planificar las del siguiente año. El CCE está conformado por el coordinador de cada Red nacional, el Coordinador regional (actualmente a su vez Coordinador nacional de la Red venezolana), un representante de la CAF, un representante del FIDA y en los primeros tres años un representante del IICA -en el marco de su participación como institución cooperante.

La instancia ejecutiva está conformada por la Unidad Coordinadora Regional con sede en Caracas. La Red regional es una instancia coordinadora y de apoyo a las redes nacionales en la organización de los eventos. Tiene tres funciones básicas: 1) el control administrativo de gastos, 2) el intercambio de experiencias entre países y 3) el trabajo de síntesis. La Coordinación regional ha buscado que las Redes nacionales se desarrollen solas, se fortalezcan solamente con un asesoramiento del nivel regional que se desarrolla vía telefónica, electrónica y mediante dos visitas al año del Equipo regional. Por ello no interviene directamente en la definición de las propuestas de eventos, dejando esta responsabilidad a las redes nacionales. Colabora en aspectos de coordinación y presupuesto (incluyendo actividades pre y post evento). En el caso de los eventos regionales participa más activamente junto con el responsable nacional del evento.

La asignación presupuestaria para eventos se estableció hasta 1996 en función de la demanda de eventos de cada país, considerando la capacidad de ejecución existente. A partir de 1997 se consideran cuatro criterios: a) Eficiencia del cumplimiento del programa del año anterior. b) Comportamiento del acumulado de inversión en capacitación que cada país haya realizado. c) Aporte de cada país como contraparte y d) Grado de vinculación con los demás Programas del FIDA. Además en términos referenciales se debe tener en cuenta el tamaño relativo del país y la temática, que se trate de temas bajo un enfoque educativo y no de carácter técnico.

El nivel regional de la red se ha desarrollado bajo un enfoque de distribución de recursos e intercambio de experiencias a través de la Coordinación regional como instancia mediadora. Si bien se han desarrollado eventos regionales, y ha habido un estrecho intercambio entre Venezuela y Colombia con referencia al modelo de descentralización municipal de extensión agrícola, no se puede afirmar que la red venezolana y/o sus miembros en forma independiente hayan logrado establecer relaciones de intercambio fluidas y permanentes con los demás países que permitan ver la utilidad de la integración regional.

Si bien es cierto que establecer estos niveles de intercambio en forma fluida y permanente no es sencillo, es necesario reflexionar sobre la utilidad de tener una Red regional frente a la opción de mantener exclusivamente redes nacionales.

La Misión concluye que un nivel de integración regional sería valioso siempre que se identifiquen participativamente temas que en forma sostenida sean ejes de intercambio bajo diversas modalidades. Estas modalidades pasan por eventos pero también por redes electrónicas, intercambio de materiales escritos, pasantías, etc.

 

El Programa regional se planteó objetivos que generaron un cierto grado de dispersión en las actividades. Ello se debió no sólo a que se pretendió atender varios países muy diferentes entre sí, sino también a varias temáticas y niveles de capacitación, a diversos grupos-objetivo diferentes, y a varios tipos de eventos.

Desde un punto de vista cuantitativo, el programa ha cumplido con creces las metas originariamente establecidas, las cuales estipulaban que en tres años se brindaría capacitación a 80 directivos de 35 instituciones; a 600 técnicos y profesionales de esas instituciones; y a 60 agentes de extensión o dirigentes rurales. En efecto, el Programa habría realizado hasta la fecha: 85 eventos de capacitación a nivel regional y nacional beneficiando a más de 3 500 participantes. Las instituciones involucradas fueron 82.

El conjunto de eventos que ha organizado (talleres, cursos, seminarios, encuentros) así como las giras y pasantías, han alcanzado a un amplio espectro de instituciones y sectores en los países de la Red, y han superado en general las metas antedichas.

Por otro lado, el Programa ha publicado una importante serie de documentos de trabajo, varios libros y los primeros números de una revista especializada. La calidad de estos materiales es adecuada aunque despareja (p.ej. el manual de S&E no es apropiado). Por otra parte, puede computarse como un desarrollo derivado del Programa el establecimiento reciente por parte del IICA del Sistema Hemisférico de Capacitación para el Desarrollo Agrícola (SIHCA), cuya actividad principal hasta el momento ha consistido en impulsar una compilación de la oferta de capacitación en los diferentes países de América Latina, y que puede convertirse en un factor importante de soporte para las redes regionales de capacitación como FIDA-CIARA, la Unidad Regional de Asistencia Técnica (RUTA) o el Programa Regional de Capacitación en Desarrollo Rural (PROCASUR).

Sin embargo, el Programa ha realizado principalmente eventos aislados, que no necesariamente responden a una planificación integral ni a un orden de prioridades, ni tienen continuidad. Asimismo, muchas actividades no han tenido relación con los proyectos de desarrollo rural que operan en la región, como los del FIDA.

 

Desde el punto de vista institucional, financiero y académico, la institución central de la red regional (CIARA) tiene todavía una importante debilidad interna, y no ha anudado lazos perdurables con el sistema universitario y académico, de modo que su capacidad para ser un foco de elaboración intelectual en beneficio de toda la red no se ha desarrollado significativamente durante la ejecución del programa. En cambio, sí se han estrechado vínculos con las demás instituciones que forman parte de las redes nacionales y de la red regional, incluyendo organismos gubernamentales, organizaciones no gubernamentales y organizaciones rurales de base. Si bien entre esas instituciones hay algunas de tipo universitario (como la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela), en realidad la dinámica intelectual de la Red Regional depende críticamente de los servicios de consultoría financiados por la donación FIDA a través del IICA. Esta situación sugiere que en una eventual segunda etapa deben redoblarse los esfuerzos para lograr una mayor capacidad del CIARA, a fin de poder sostener académicamente el programa una vez finalizados los desembolsos del FIDA.

En parte, estos problemas dependen de la debilidad del CIARA, que a su vez se conecta muy directamente con el hecho de que esa institución depende del presupuesto nacional venezolano y ha estado sujeta a un grave deterioro de los salarios reales del personal, y a fuertes restricciones presupuestarias derivadas de la situación macroeconómica venezolana en los últimos años. Esto indica que una mayor autonomía administrativa y financiera del CIARA es un elemento esencial para permitir su fortalecimiento efectivo y para posibilitar que pueda asumir su rol en la coordinación futura de la Red Regional. Esto debería ser a la vez un objetivo estratégico de la próxima fase del programa como una condición a asegurar antes de su inicio con las autoridades correspondientes.

Al respecto, el GOV ha dado y sigue dando pasos importantes. La Misión se entrevistó con el Ministro de Agricultura, el cual manifestó su fuerte interés en la continuidad del programa, y anticipó que el Gobierno dará en efecto mayor autonomía al CIARA en aspectos administrativos y de financiamiento. La Fundación CIARA ha recibido ya como patrimonio un edificio donde funcionan sus actividades; como el edificio excede sus necesidades, algunos pisos serán alquilados para generar una renta.

Del mismo modo, la Fundación CIARA se ha hecho cargo de la ejecución del Programa de Extensión Agrícola 1996-2001, con un costo total de USD 79 millones, financiados con un préstamo del Banco Mundial (USD 25 millones) y por aportes del Gobierno. Este programa se propone un ambicioso objetivo de modernización de la transferencia de tecnología en el agro venezolano, con componentes de extensión, capacitación, fortalecimiento institucional, asesoría técnica y estudios. Además de la importancia sustantiva de este programa para el CIARA en su conjunto y para el Programa FIDA-CIARA, el hecho es que ese programa también contribuirá a generar recursos financieros y fortalecimiento institucional para el CIARA, en una magnitud significativamente superior a la que pudo aportar el programa FIDA-CIARA. El Ministro y sus asesores estiman que las rentas de arriendo y los ingresos derivados del proyecto de extensión agrícola otorgarán a la institución una mayor autonomía financiera. Si además se gestionan aportes, como se ha sugerido, de las empresas petroleras u otras, en lo que ya está trabajando el Ministerio, sería factible que el CIARA deje de depender del presupuesto de la República, lo cual adicionalmente lo liberaría de diversas restricciones administrativas propias de los organismos públicos. Otro proyecto del Ministerio se orienta a "tercerizar" la administración del FIDA-CIARA mediante la contratación de una entidad administradora privada, que sería una ONG sin fines de lucro, lo cual reforzaría la autonomía del CIARA en el futuro. En ese contexto, una eventual segunda donación del FIDA debería orientarse claramente en el mismo sentido, a fin de contribuir a la sostenibilidad futura, institucional y financiera del programa regional de capacitación en desarrollo rural.

 

Es indudable que el Programa ha contribuido en grado significativo al establecimiento de relaciones permanentes, al aumento de la circulación de la información y al potenciamiento de las actividades de muchas instituciones nacionales que, antes del programa, operaban sin conocer realmente qué hacían otros organismos en el mismo país. En casos particulares, como Cuba, el programa tiene un impacto ampliado dada la escasez de divisas que caracteriza la situación actual.

La principal contribución del IICA fue la contratación (con fondos del FIDA) de un consultor internacional que colabora con la coordinación de la Red Regional. El costo de ese consultor ha sido del orden de USD 320 000 a lo largo del proyecto. Asimismo, el IICA ha asignado personal técnico de sus oficinas nacionales en los países donde actúa, para apoyar las actividades de la red regional y de las redes nacionales. El IICA ha recibido aportes para gastos administrativos a partir de la donación FIDA, y ha aportado tiempo del personal y servicios de apoyo.

Sin embargo, la cooperación del IICA como institución ha sido relativamente limitada. No ha participado mayormente en la conceptualización ni en la programación de las actividades. El representante del IICA en Venezuela manifestó a la misión que la cooperación fue en aspectos puntuales, como el apoyo a eventos o el apoyo a las reuniones de las redes nacionales, pero la asistencia técnica sustancial fue prestada por un consultor contratado al efecto y que se desempeña directamente en contacto con la Coordinación Regional. El IICA se manifestó dispuesto a asumir un rol más relevante en una etapa futura del programa. La concepción esbozada por el representante del IICA en Venezuela apuntó a un programa de mayor envergadura que el actual, con un costo de posiblemente el doble que la primera fase, y en cuya financiación deberían intervenir otras fuentes además del FIDA y el CIARA. Una posibilidad serían aportes de alguna de las compañías estatales venezolanas del sector petrolero, las cuales ya están apoyando fuertemente programas de interés agropecuario y ambiental, y que podrían hacer un aporte significativo a un programa de este tipo.

 

El Programa ha abierto un espacio para que académicos y trabajadores del desarrollo sistematicen y presenten sus ideas y experiencias. El programa, al promover y organizar eventos, condujo a un proceso de selección de experiencias y planteamientos importantes activando el espacio de pensamiento en el desarrollo rural para los productores más pobres.

Algunos ejemplos pueden resaltar los efectos e impactos logrados en términos de movilizar recursos humanos e institucionales.

Un seminario de género realizado en septiembre de 1994 en Venezuela fue el referente inmediato de cuatro cursos en 1995 sobre esta temática en diferentes localidades de Venezuela, promovidos por una institución miembro del Programa, la Red Nacional de Mujer Rural e Indígena.

Un evento sobre La Formación de Recursos Humanos frente a la Globalización y el Desarrollo Sostenible realizado en Ecuador en 1995 produjo la organización de una replica en noviembre de 1995 en Maracaibo, Venezuela, con la participación de instituciones de educación superior para unificar criterios a fin de lograr la modernización de los planes de estudios en las áreas de desarrollo rural con los nuevos enfoques de globalización y sostenibilidad. A partir de este evento se materializó -a través de la Red Nacional de capacitación- la participación de la Universidad de La Habana en el proceso de reforma de los planes de estudio de la Universidad Francisco de Miranda en Coro, Venezuela.

En Colombia, en octubre de 1995, se llevó a cabo el seminario Binacional Descentralización y Desarrollo Rural, donde se presentaron las experiencias de Colombia y Venezuela sobre los distintos instrumentos que apoyan el proceso de descentralización en la búsqueda de la incorporación de la sociedad civil al desarrollo rural. La importancia del sistema municipalizado de extensión agrícola motivó a la Red Venezolana a organizar un nuevo evento específico para la transferencia de la experiencia colombiana.

En Noviembre 1995 se llevó a cabo, en Caracas, un seminario sobre Crédito Rural, con la participación de expertos internacionales de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), FIDA y de la República Dominicana. Este evento originó una misión venezolana para conocer las experiencias de organizaciones de crédito en Costa Rica y Nicaragua. El seminario promovió igualmente la implementación de las Cajas Rurales como nuevo sistema de crédito en FIDA-Sucre y el Proyecto de Apoyo a Pequeños Productores y Pescadores Artesanales de la Zona Semiárida de los Estados de Lara y Falcón (PROSALAFA).

Otro efecto importante ha sido el fortalecimiento institucional del CIARA en términos de posicionamiento, de imagen institucional en la temática de desarrollo rural. Los eventos y publicaciones han jugado un rol importante en un medio como el venezolano donde el desarrollo rural para los más pobres no ha sido un tema de discusión importante.

En perspectiva futura mediante el apoyo a la modernización de la biblioteca (digitalización del fichero en Microisis) y bajo el interés del CIARA de abrir el Centro de documentación al público, se puede esperar un impacto positivo mayor.

Otro impacto que ha logrado el Programa en relación al fortalecimiento del CIARA es un acercamiento con otras organizaciones de Naciones Unidas. Se han establecido relaciones con UNICEF mediante la firma e implementación de un convenio para desarrollar publicaciones sobre metodología de desarrollo rural y niñez. Actualmente se está trabajando en la adaptación del libro "Para la vida" de UNICEF -dirigido a un público urbano- para los pequeños productores rurales.

Igualmente se ha producido un acercamiento con el IICA a partir de la formulación del Sistema Hemisférico de Capacitación Agrícola (SIHCA), donde personal del Programa jugo un rol central.

La movilización de recursos institucionales y humanos ha sido significativa en Venezuela, lo que se explica por la falta de una institución articuladora con legitimidad. El Programa, identificado como FIDA, ha tenido legitimidad para convocar a distintas instituciones que venían trabajando dispersas a su vez que le da un espacio propio al CIARA como organizador de las actividades. Pese al menor tiempo de ejecución puede decirse que en Cuba el Programa genera condiciones de base para que, con los escasos recursos locales, se puedan replicar eventos en distintos puntos del territorio nacional.

El Programa ha producido un número importante de publicaciones, principalmente sistematizando diversos seminarios, talleres y cursos. La mayoría de estos trabajos han sido publicados en ediciones limitadas (50-100 números) como Documentos de trabajo y según la demanda han sido transformados en libros (1 000 números). Además, se han editado dos números de la Revista Latinoamericana de desarrollo rural y dos números de un Boletín informativo.

Es de destacar la actualidad de las ponencias publicadas y de las experiencias relatadas. Definitivamente las publicaciones representan un panorama de lo que se hace y discute en el campo del desarrollo rural venezolano.

El impulso que el proyecto le ha dado a la línea de publicaciones -sin presupuesto inicial- es valioso en términos de la difusión de los contenidos de los eventos y debería ser pensada como una línea que vaya más allá de la reproducción de los resultados del evento. Más bien se debería impulsar la profundización de los temas clave, en un futuro, a través del área de investigación aplicada del CIARA y de las Universidades miembros de la red -cuerpo docente y estudiantes de pre y post-grado- permitiendo al Programa orientar las investigaciones hacia temas relevantes para la pequeña producción.

La distribución de estos documentos todavía es limitada en tanto no se ha desarrollado una estructura formal de distribución, vendiéndose en la institución y distribuyéndose a los participantes en los seminarios. A setiembre se han vendido 70 Documentos de trabajo en un rango de 13 a 1 por número y 35 libros en su mayoría en un rango de 8 a 9. De la Revista se han vendido 55 ejemplares (27 del primer número y 28 del segundo). La debilidad presente es la falta de priorización de temas para publicación.

La edición de una revista con un contenido más allá de lo puramente informativo exige tiempo de preparación que debe verse reflejado en el producto esperado en relación a un determinado público. La pregunta pertinente es cual es el objetivo de la Revista, cuál es su público, es necesaria una revista, se la quiere orientar a un público académico? Esto no es claro y finalmente es relevante tener una revista como programa o se debería dirigir el tiempo invertido a mejorar la calidad de los Documentos de trabajo y la publicación de libros?

Los eventos y las publicaciones del proyecto han permitido un enfoque más integral del desarrollo rural, no sólo referido a recursos y productividad. Esto ha sido observado en las conversaciones con los miembros de la red regional y en los distintos países.

Fue especialmente importante el impulso dado a temas como Descentralización, Municipios y Desarrollo Rural, Participación Campesina, Financiamiento, Comercialización, Género, Medio Ambiente, Organización de Regantes y Seguimiento y Evaluación de Proyectos.

La participación de los campesinos en diversas actividades y el desarrollo de eventos con participación mixta han sido importantes a nivel local. En el caso de Venezuela y República Dominicana, donde la imagen paternalista de un Estado que "debe ayudar" a los pobres ha sido replanteada en los eventos buscando una toma de conciencia de las capacidades campesinas y del verdadero rol del Estado. Estos eventos abren una línea de trabajo que debe ser profundizada en una eventual segunda fase pues estaría permitiendo romper la autoimagen del campesino como el pobre que debe recibir asistencia del Estado bajo un enfoque paternalista.

El Programa ha trabajado con los proyectos FIDA de cada país. Las limitaciones principales para alcanzar el objetivo inicial surgen de la escasa cantidad de proyectos en implementación en varios de los países miembros.

En cuanto al apoyo al Programa de Apoyo a las Comunidades Indígenas del Río Amazonas-PIA con sede en La Paz, el Programa ha sido importante para el seguimiento a la donación de plantas de procesamiento de yuca en las comunidades indígenas Kariñas (Tascabañas) y Waraos (Bonoina) en Venezuela.

Las relaciones con Programas regionales similares ha sido débil pese a la existencia de intereses comunes y búsqueda de un acercamiento inicial.

Con RUTA se han desarrollado dos actividades. RUTA apoyo la visita del equipo venezolano a los proyectos de Cajas rurales en Costa Rica y Nicaragua con miras a la formulación de FIDA III. El Programa y personal de PROSALAFA y de FIDA-Sucre participaron en el III Taller sobre seguimiento y evaluación de Proyectos FIDA en Centroamerica -Antigua, Guatemala, abril 1997.

Con PROCASUR se ha firmado un convenio de intercambio de experiencias, pero este no se ha materializado. EL Programa ha participado en eventos organizados por PROCASUR, reunión de Santa Cruz y Feria de capacitación en Cusco, noviembre 1996. Una explicación para la débil relación puede encontrarse en la diferencia de enfoques. Se puede decir que FIDA/CIARA tiene un enfoque más dirigido a promover redes institucionales fomentando el intercambio de experiencias y a cambiar en las instituciones las concepciones de desarrollo rural, mientras que PROCASUR desarrolla un enfoque orientado a la asistencia técnica específica hacia proyectos.

Respecto a la relación con el PREVAL el Programa está suscrito a la red electrónica de PREVAL y recibe sus publicaciones. Han participado en el Taller de Antigua, Guatemala de abril 1996 y existe la voluntad de realizar actividades conjuntas.

El seguimiento y evaluación de las actividades y resultados logrados es la línea más débil del Programa. Se puede decir que no existe un trabajo sistemático de seguimiento y evaluación que incluya indicadores, instrumentos, etc. de seguimiento y evaluación.

No existen evaluaciones de los eventos que analicen si se han logrado o no los objetivos propuestos en cada actividad, los niveles de participación por categorías, por instituciones. Si bien al finalizar un evento se produce un informe, este es de carácter descriptivo y no evaluativo.

A nivel regional solamente se han desarrollado evaluaciones anuales sistemáticas a partir de la tercera Reunión del CCE y estas no presentan el mismo grado de desarrollo analítico en las secciones correspondientes a todos los países.

En el caso de la red nacional venezolana las actas muestran igualmente un análisis no sistemático. La institución ejecutora presenta la actividad ejecutada, los logros percibidos y algunos problemas y se establece una ronda de opiniones y comentarios.

Más allá de las dificultades para evaluar efectos e impactos de acciones puntuales de capacitación se hace necesario establecer mecanismos de seguimiento y evaluación a nivel de evento, tanto de participantes como de la articulación de los distintos eventos.

La evaluación a nivel de evento permitiría conocer la calidad de los ponentes, la metodología empleada, el logro de las expectativas de los participantes, etc. Si bien existen casos en los que se ha aplicado una hoja de evaluación, esta no siempre ha sido tabulada y menos aún analizada.

El seguimiento a la asistencia de participantes y la posibilidad de desarrollar evaluaciones posteriores mediante entrevistas, grupos focales, etc. permitiría definir los efectos logrados así como el grado de articulación de los eventos nacionales.

Deberían diseñarse estrategias de seguimiento y evaluación de la capacitación que permitirían además de conocer el nivel de avance y logro de las actividades de la red, mejorar las capacidades institucionales de los miembros de la red en el desarrollo rural.

El FIDA ha tenido una participación activa en el Programa a través de una presencia en los CCE, misiones de supervisión, envío oportuno de desembolsos según lo planificado, respuestas a consultas, etc.

La CAF igualmente ha tenido una actuación positiva como miembro del CCE y misiones de supervisión que se han desarrollado en promedio cada tres meses y se ha centralizado en reuniones con la Administradora para una revisión al azar de los recibos.

En aspectos operativos el IICA ha prestado apoyo como gestor ante las instituciones bancarias en los distintos países y como intermediario ha permitido solucionar problemas relacionados con transferencia de dólares bajo las restricciones para el manejo de esta moneda en países como Venezuela.

El Programa no cumplió con los objetivos específicos indicados en el Diseño que se basó en supuestos incorrectos. En efecto, la escasa demanda de los proyectos de desarrollo rural financiados por el FIDA en los países miembros debe directamente asociarse a la escasez de proyectos en esos países y no a una escasa capacidad de oferta del programa. De allí el cambio en la composición, magnitud y focalización temática de la demanda de capacitación.

El Programa se dio sus propios objetivos generales enmarcados en el "objetivo general" del mismo, expresado en los documentos de diseño. En efecto, el Programa sirvió para el establecimiento de redes nacionales de capacitación en desarrollo rural involucrando un conjunto de instituciones mucho más amplio que el originalmente estimado y diversificando las temáticas de capacitación mucho más de lo esperado.

Por ello, cumplió parcialmente sus objetivos al haber logrado promover el intercambio de conocimientos y materiales sobre desarrollo rural para los productores más pobres entre las instituciones relacionadas y dirigentes campesinos, pero no ha desarrollado programas de capacitación -ni a nivel regional ni a nivel nacional- sino un conjunto de eventos no articulados entre si.

El Programa superó con creces sus metas cuantitativas. Sin embargo, evaluando cualitativamente la naturaleza de la capacitación brindada se concluye que la brevedad de los eventos y la dispersión de temática no ha generado procesos profundos de aprendizaje, cambios de conductas significativos e impactos importantes.

En cambio, el Programa contribuyó significativamente a reunir instituciones a nivel nacional y regional que, sin su existencia, difícilmente hubieran interactuado. Asimismo, la gran dinámica y dispersión de actividades generó impactos importantes para la difusión de problemáticas y el intercambio de experiencias ligadas al desarrollo rural. En casos especiales, como Cuba, el Programa aporta recursos externos vitales que, de otra forma, no podrían llegar al país.

El Programa permitió establecer redes nacionales previamente inexistentes. A nivel regional, sin embargo, quedan aún espacios importantes por consolidar. La red regional podría consolidarse si existieran ejes temáticos más permanentes y focalizados.

La justificación original para la existencia del programa es ahora mucho más pertinente y válida que hace cinco años, debido a la existencia de más proyectos financiados tanto por FIDA como por otros organismos y por la vigencia de las redes nacionales.

 Conclusiones Específicas

Sobre el marco institucional. La Fundación CIARA está logrando ser un adecuado marco institucional para el programa bajo su nueva estructura organizativa. Sin embargo, siguen existiendo importantes déficits que deberán ser corregidos como precondición para encarar una expansión futura.

Sobre la red regional. La Unidad Coordinadora Regional ha desarrollado tres funciones básicas: 1) el control administrativo de gastos, 2) el intercambio de experiencias entre países y 3) el trabajo de síntesis. En relación con las redes nacionales su rol es de asesor, dejándolas en plena autonomía para desarrollar sus propuestas y ejecutar las acciones planificadas.

El nivel regional de la red se ha desarrollado bajo un enfoque de distribución de recursos e intercambio de experiencias a través de la Coordinación Regional.

Un nivel de integración regional sería valioso siempre que se identifiquen participativamente temas que en forma sostenida sean ejes de intercambio bajo diversas modalidades.

Sobre los Eventos de capacitación. El Programa ha realizado un número mayor de eventos de los inicialmente propuestos. Los costos directos de organización de los eventos no han sido elevados.

Los eventos como actividad específica han sido desarrollados con una metodología participativa adecuada. Los eventos han consistido básicamente en dar a conocer nuevos conceptos en desarrollo rural.

Una debilidad ha sido la falta de articulación de estos eventos en un Programa de capacitación que orientase a capacitar en el marco de un proceso reflexivo y continuo, acompañando a las instituciones en el análisis de los temas que se tocan en los eventos mismos.

Las pasantías no han tenido la demanda esperada, principalmente por las múltiples ocupaciones del personal de las instituciones y proyectos.

El Programa ha propuesto una secuencia de actividades y sus respectivos productos. Esta propuesta es un punto de inicio para desarrollar los Programas de capacitación que articulan eventos y podría considerarse en la perspectiva de una segunda fase.

Sobre la Movilización de recursos humanos e institucionales. La propuesta del proyecto de desarrollar eventos a partir de un organismo internacional como el FIDA ha motivado la movilización de recursos institucionales significativos de parte de los organizadores de los eventos, entendiendo que a cambio van a recibir información actualizada sobre desarrollo rural.

Se ha abierto un espacio para que académicos y trabajadores del desarrollo sistematicen y presenten sus ideas y experiencias, activando la reflexión sobre el desarrollo rural para los productores más pobres.

El Programa ha significado una movilización de los recursos del CIARA al mejorar su posicionamiento institucional y acercarlo a otros organismos internacionales como UNICEF y el IICA.

El Programa, identificado como FIDA, ha tenido legitimidad para convocar a distintas instituciones que venían trabajando dispersas a su vez que le da un espacio propio al CIARA como organizador de las actividades.

Materiales producidos. Los materiales publicados son de actualidad y pertinentes, aunque de calidad heterogénea, y representan un panorama de lo que se hace y discute en el campo del desarrollo rural, sobre todo en Venezuela .

El impulso que el proyecto le ha dado a la línea de publicaciones -sin presupuesto inicial- es valioso en términos de la difusión de los contenidos de los eventos. Pero la distribución de estos documentos todavía es limitada en tanto no se ha desarrollado ni identificado una estructura formal de distribución, reduciendo el impacto de estos en la sociedad. Se han producido publicaciones sobre una diversidad de temas, reflejo de la diversidad de eventos ejecutados.

La Revista es un material menos adecuado que los Documentos de trabajo y libros publicados, teniendo en cuenta la capacidad del equipo regional y la necesidad de una selección cuidadosa de los artículos.

Seguimiento y Evaluación. No existe un trabajo sistemático de seguimiento y evaluación que incluya indicadores ni instrumentos de seguimiento y evaluación en el Programa a nivel regional ni de la Red nacional de Venezuela, siendo la actividad más débil del Programa.

El seguimiento y evaluación se ha limitado en el mejor de los casos a evaluaciones puntuales de los eventos, y en los dos últimos años a evaluaciones anuales en los CCE.

No ha existido ningún seguimiento a los participantes en los eventos y no se ha evaluado sistemáticamente la articulación entre los eventos.

Relación con otros programas regionales latinoamericanos. Las relaciones con Programas regionales similares ha sido débil pese a la existencia de intereses comunes y a la búsqueda de un acercamiento inicial.

La relación con el SIHCA es una situación distinta. Se trata de un Programa que puede complementar las acciones del Programa según su concepción. Sin embargo por diversos motivos no existe una relación fluida.

Rol de instituciones cooperantes y financieras. Las instituciones cooperantes y financieras -FIDA, CAF e IICA- han jugado un rol eficiente y oportuno.

La CAF ha asumido los gastos de su participación como contralor, significando un ahorro al proyecto de alrededor de USD 18 000.

El IICA ha prestado una serie de servicios y apoyos administrativos y técnicos en diversos países, facilitando la operación del Programa. El IICA y la CAF han manifestado su interés en participar en una segunda fase en forma más activa.

Los avances logrados en la ejecución del Programa y el interés de las instituciones miembros de las redes nacionales y del CIARA en particular, además del carácter único del Programa en la región justifican recomendar la formulación de una segunda etapa que consolide logros y, sobre todo, recoja la experiencia acumulada.

Se recomienda que los objetivos de una segunda fase deberían orientarse a definir más claramente los productos esperados en cambio de actitudes, aprendizaje y cambios de conducta de la población-objetivo (incluyendo técnicos y productores), definiendo las temáticas claves -no más de 3 por país- y la población-objetivo en términos precisos (incluyendo como actores centrales los proyectos FIDA).

Se deben diseñar Programas de capacitación que articulen eventos, que expliciten una intencionalidad específica en términos de la concepción de desarrollo rural que se maneje, y considerar como parte del Programa un acompañamiento post-eventos a los participantes.

Las condiciones del marco institucional donde se desarrollaría el programa serán fundamentales para asegurar la calidad y sostenibilidad del Programa en su posible segunda fase. El CIARA se presenta como una institución que podría continuar siendo la ejecutora del Proyecto a nivel regional. Las perspectivas actuales presentan a un CIARA re-estructurado y con interés en retomar un rol orientador en el desarrollo rural. Sin embargo, es necesario además de una estructura organizativa adecuada, personal de muy buena calificación para una capacitación actualizada en el tema del desarrollo rural. Ello supone mejorar las condiciones económicas que el CIARA puede ofrecer con la finalidad de atraer personal altamente calificado, siendo importante implementar para ello cambios en la escala de sueldos que aplica, flexibilizando y elevando las condiciones salariales ofrecidas. Además, debería promoverse la vinculación con instituciones venezolanas de capacidad reconocida en el ámbito de la capacitación (como el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA)).

Existiendo un monto significativo de contrapartida nacional no ejecutado, este debería ser programado para 1998 con la finalidad de mantener operativo el Programa mientras se tramita una segunda fase y se buscan fuentes financieras adicionales.

La segunda fase deberá estimar las posibilidades de autofinanciamiento mediante la venta de servicios, en particular a los proyectos financiados por el FIDA, y la creación de un fondo patrimonial con donaciones de instituciones internacionales y/o nacionales interesadas.

Para la segunda fase del proyecto sería necesario que se desarrolle desde el inicio de la fase un sistema de seguimiento y evaluación con todos sus componentes (indicadores, instrumentos, etc.). El sistema debe dar seguimiento y evaluar, bajo un enfoque de la capacitación como proceso, los eventos, la articulación de eventos en ciclos de capacitación, el participante antes del evento, al finalizar éste y en forma ex-post (esta última modalidad vía muestreo, grupos focales, etc.), y además la marcha, efectos e impactos de las redes.

Se deberían preparar por lo menos Informes semestrales que permitan conocer los logros, dificultades y soluciones asumidas y que tengan como referencia un Plan anual que basado en la secuencia Objetivo-Actividad-Resultado.

Es recomendable estrechar los vínculos con los otros Programas de capacitación apoyados por el FIDA en Latinoamérica.

Las principales lecciones aprendidas del diseño e implementación del Programa pueden resumirse como sigue:

  • Es necesario realizar un adecuado diagnóstico de las demandas de capacitación así como de las capacidades reales de servicios existentes antes de proponer un diseño de programa basado en atender demandas. De lo contrario se corre el riesgo de dispersar esfuerzos y, en el límite, de transformar un programa de capacitación en un programa de sensibilización y difusión.
  • Se debe tomar en cuenta la necesidad de desarrollar la capacitación como un proceso en el que los eventos se articulan y combinan. Igualmente es necesario un sistema de seguimiento y evaluación de la capacitación que permita retroalimentar a los organizadores con la finalidad de no mantener procesos de capacitación mal orientados.
  • Es necesario reconocer también la existencia de una demanda no satisfecha por eventos cortos y en un arco temático amplio. Esto puede apreciarse en la asistencia a los eventos y el incremento en el número de miembros de la red y la existencia de miembros potenciales.

  • Puede considerarse que una lección importante surge del hecho de que el Programa, luego de una primera fase de carácter más disperso, que ha permitido sobretodo adquirir experiencia en la organización de eventos -actividad principal planteada- y producción de publicaciones, debe sustentar sus objetivos de una segunda fase en un Plan estratégico que le permita precisar claramente hacia donde se orienta, permitiendo focalizar sus acciones

 

 

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